

¿Hasta dónde llega la voracidad de Pogacar?
Rodillo compresor en este Tour de Francia, Tadej Pogacar y su equipo dominan todos los aspectos de la carrera, dejando sólo las migajas al resto, pero ¿tendrá fin esa voracidad insaciable?
Incluso cuando el esloveno no es el primero en rebasar la línea de meta también gana. El domingo, por las carreteras onduladas cercanas a la ciudad amurallada de Carcasona, el UAE prosiguió su razia, añadiendo a las cuatro victorias de "Pogi" un quinto triunfo parcial gracias al número en solitario del gregario belga Tim Wellens.
El pelotón trataba de recuperarse del recital ofrecido por Pogacar en los Pirineos, con dos victorias y un segundo puesto que relegaron a su principal rival Jonas Vingegaard, a más de cuatro minutos.
La llama de la esperanza se reavivó el sábado en las rampas de Superbagnères cuando el neerlandés Thymen Arensman, con cierta aquiescencia del ogro esloveno, pudo dar un buen mordisco al pastel llevándose una de las etapas reina.
- Todo de cara -
Pero un día después, en una etapa libre de bridas e incontrolada, uno de los corredores de la formación UAE, se mostró mucho más fuerte que sus compañeros de escapada, confirmando un poco más la superioridad del equipo emiratí en esta 112ª edición del Tour.
Un nuevo motivo para sonreír para su amigo y compañero Pogacar, al que todo le está saliendo de cara.
"Es así, en cada deporte hay un número 1 mundial, que está por encima de los demás, y aquí es Pogacar", resumía el corredor francés Romain Grégoire luego de la victoria del campeón del mundo en Muro de Bretaña.
"Cuando nos reunimos antes de la carrera, nos decimos que son necesarios al menos cuatro o cinco minutos a pies de la última subida para poder resistirlo", afirma el escalador canadiense Michael Woods, para el que la victoria de Arensman supone una "esperanza".
Pero en el equipo UAE no agrada el apodo de "Caníbal" aplicado a Pogacar, en recuerdo al insaciable Eddy Merckx, sus cinco maillots amarillos en París y sus 34 victorias de etapa en la 'Grande Boucle'.
"Creo que si fuera un caníbal, quizá hubiera podido atacar antes y ganar la etapa", opinaba su director deportivo Mauro Gianetti el sábado por la tarde, dando a entender que su corredor se guardó fuerzas para otras batallas.
La forma en que su equipo controla la carrera, su capacidad para decidir la suerte de una escapada, el nivel estratosférico que muestran sus corredores hacen inevitable el recuerdo de épocas pasadas, cuando dominios de parecida envergadura se habían producido bajo la lacra del dopaje.
- "No es su culpa" -
En opinión de Rolf Aldag, director deportivo del equipo Red Bull-Bora, del tercero en la general, Florian Lipowitz, "no es su culpa si los demás no son tan buenos como él".
Según el alemán, Tadej Pogacar tiene la obligación moral de ir a por la victoria, aunque sólo fuera por el trabajo de sus compañeros.
"Si él dijera 'Jonas es simpático, le dejé ganar', (su compañero) Nils Pollitt diría: '¿Por qué he rodado 250 kilómetros contra el viento, me he dejado todo para que tú lo estropees ahora?'", se pregunta Aldag ante la AFP.
"Este debate me parece extraño, hacemos deporte para ganar", prosigue.
Y Pogacar podría seguir ganando durante una exigente última semana con el Mont Ventoux el martes y el col de la Loze el jueves, antes de tratar de cerrar su paso por este Tour por todo lo alto con una victoria en el barrio parisino de Montmartre.
"Nos corresponde a nosotros contrariar sus planes, pero es ciclismo, el más fuerte gana, es lo normal", vaticina el escalador francés Valentin Paret-Peintre.
W.Wouters--JdB