

En Canadá, la epidemia de sarampión reaviva las tensiones en torno a las vacunas
En la tranquila ciudad canadiense de Aylmer, donde menonitas con trajes tradicionales conviven con los residentes laicos, las divisiones en torno a las vacunas, surgidas durante la pandemia de covid-19, se reavivaron con la epidemia de sarampión que afecta al país.
Canadá erradicó oficialmente esta grave enfermedad altamente contagiosa en 1998.
Pero con 3.500 casos confirmados este año, este país de 40 millones de habitantes tiene ahora más contagios que su vecino Estados Unidos -que vive su peor epidemia de sarampión en más de 30 años- y que cualquier otro país occidental, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualizadas el 9 de julio.
Hay diferentes comunidades afectadas, pero los expertos creen que los grupos anabaptistas antivacunas de las provincias de Ontario (sureste) y Alberta (oeste) son los que más están contribuyendo a la epidemia.
Brett Hueston, que se crió en Aylmer, confiesa a la AFP que antes del covid no prestaba atención a las dos visiones del mundo de los habitantes de esta ciudad bucólica rodeada de tierras agrícolas en el suroeste de Ontario. Pero eso cambió.
"Crecí pensando, quizá ingenuamente, que todos estábamos en la misma sintonía como comunidad", dice este hombre de 40 años, cuya familia publica el periódico local Aylmer Express, de 145 años de antigüedad.
"El covid realmente disparó las diferencias que existían", añade.
Aylmer y sus 13 iglesias -para una población de 8.000 habitantes- fueron un auténtico hervidero de pólvora durante la pandemia.
Una de las principales congregaciones, la Iglesia de Dios de Aylmer, situada en un amplio y cuidado predio, desafió las restricciones de confinamiento y su pastor, Henry Hildebrandt, pagó una multa de 65.000 dólares canadienses (unos 47.000 dólares estadounidenses) por reunir fieles.
"Obedecí a Dios antes que a los hombres", dijo entonces Hildebrandt, al reconocer que había infringido la ley a sabiendas.
- "Resentimiento" -
Michelle Barton, directora de la división de enfermedades infecciosas en el hospital infantil del London Health Sciences Center, en Ontario, trató este año algunos de los casos más graves de sarampión pediátrico.
Es "difícil ver" la reaparición de un virus que había sido erradicado, dijo a la AFP. Sin embargo, señaló que no todos los casos están necesariamente relacionados con menonitas no vacunados.
Como ejemplo, mencionó las infecciones entre nuevos inmigrantes que no se vacunaron tras instalarse en Canadá, en parte debido a la grave escasez de médicos de familia.
Desde hace tiempo es evidente que la presencia de "grupos de personas sin vacunar" ha hecho a la región más vulnerable al sarampión, aunque encontró posiciones diversas de las familias menonitas respecto a las vacunas.
Ante la enfermedad de sus hijos, algunas madres se mostraron abiertas a vacunarlos, pero cambiaron de opinión temiendo la reacción de su esposo o pastor.
"No quieren ir en contra de su cultura ni de los ancianos (de la iglesia)", explicó Barton.
La médica dijo sentir empatía con la comunidad menonita, que se enfrenta al "resentimiento" de ciertos profesionales de la salud frustrados por una epidemia que podría haberse evitado.
- "Un muro de mentiras" -
Para Alon Vaisman, médico especialista en enfermedades infecciosas de la University Health Network de Ontario, las autoridades deben seguir buscando convencer a los líderes religiosos de la necesidad de la vacunación, independientemente de su oposición.
"Desde la perspectiva de la salud pública, no debemos considerar nada insuperable cuando se trata de campañas de vacunación", declaró a la AFP.
Las tasas de vacunación infantil se mantienen muy por debajo de lo que deberían, lo que posibilita un nuevo brote viral, especialmente de sarampión, afirmó Vaisman.
"Realmente tenemos que redoblar los esfuerzos", insistió, aunque admitió que no es fácil. "Luchamos contra un muro de desinformación y mentiras".
M.Kohnen--JdB